Una nueva edición de uno de los espectáculos deportivos más
convocantes del mundo se jugó hoy en “la bombonera”. Boca volvía a recibir a
River luego de su triste incursión en la
B Nacional, con la imperiosa necesidad de ambos de ganar por razones muy
distintas: el local tenía que cortar una racha de 10 partidos sin triunfos por
torneos locales (la peor de toda su historia igualando la cosechada en la
década del 50), que si bien no es su prioridad teniendo en cuenta su activa
participación en la Copa Libertadores, incomoda a cualquiera y más a un grande.
Y al visitante los tres puntos le servían para no perderles pisada a los
líderes del Torneo Final. Si mencionar que
ganar un superclásico es un golpe anímico importantísimo siempre.
El partido arrancó con todo. En el primer avance, Juan
Manuel Iturbe encaró a Guillermo Burdisso quien en su afán de recuperar la
pelota generó un rebote cediéndosela a Carlos Sánchez que lanzó un centro milimétrico
a la cabeza Manuel Lanzini. El juvenil sin ser, propiamente, un jugador de
NBA en cuanto altura puso la pelota a contra
pierna de un Agustín Orión estático. ¡Corrían 44 segundos! y ya el partido
estaba uno a cero a favor de los de Ramón Díaz. Pero esa ilusión de partidazo
no solo se encendió con el gol más tempranero de todos los tiempos en este
duelo. Boca en los minutos posteriores
se adueñó de las acciones y se acercaban con intenciones al arco de Barovero,
aunque sin ideas. El que si sabía cómo lastimar era un River bien parado para
defender y rápido para contraatacar. La velocidad del ex Cerro Porteño y Porto
sumado a los errores defensivos recurrentes del “Xeneize” generaron 3 chances
claras para que la diferencia sea mayor. Un atento Carruzzo a la hora de
anticipar, y las imperfectas definiciones de Funes Mori y Sánchez no lo
permitieron.
El equipo de Carlos
Bianchi manejaba la pelota pero no llegaba y le llegaban. Hasta que antes que
termine el primer tiempo llegó su mejor jugada y su premio. Buena combinación
de Santiago Silva y Walter Erviti que luego de entrar al área estuvo muy fino
para frenar y cedérsela al uruguayo
quien se anticipó y casi desde el piso la punteo y la cambió de palo. Gol del
empate y una cámara menos para el fotógrafo que se ubicó cerca del arco, pues “sufrió”
otro festejo alocado del 9.
El segundo tiempo sumo solamente para la memoria de los
espectadores. No hubo nada de juego pero si de momentos propios de un partido
así. Promediando ese período empezó el espectáculo para nada genuino de la
hinchada local. Automáticamente desde los cuatro costados de la cancha
empezaron con un show de bengalas y gente colgada de los alambrados impidiendo
así que se pueda jugar. Durante varios minutos siguieron con la medida hasta
que en un momento determinado todos se bajaron y permitieron que se reanude. Si
no lo armaban, quizás no salía tan bien,
por eso. Sumada esta interrupción
más otra corta minutos después, el árbitro Germán Delfino (casi sale lesionado
en el entretiempo, INSÓLITO) tuvo que adicionar la módica suma de 12 minutos.
Otro acontecimiento pintoresco de la jornada se originó
producto de la expulsión de Ramón Díaz. La estructura de estadio obliga al
técnico que es echado a recorrer todo el terreno de juego desde el banco hacia
el vestuario. Y, obviamente, que ese trayecto del riojano no iba a pasar
inadvertido para la gente de Boca. Durante toda su caminata fue acompañado por el
clásico cántico “Vos sos de la B” que sigue a todo el pueblo riverplatense
desde el fatídico descenso. Claro que el DT más exitoso de River no se iba a
quedar callado: con una sonrisa pícara se señalaba y decía “Yo no, yo no”
intentando sacarse responsabilidad del momento más feo de su club. Y si Ramón,
vos no tenés nada que ver.
Desde el otro lado estaba Carlos Bianchi que después de su “siesta”
de años se reencontraba con su archirrival al quien supo amargar en más de una oportunidad
en su exitosísimo ciclo anterior. Que sea el Boca de “virrey” contra el River
del “pelado” también generaba cierta expectativa. Se volvían a ver las caras
los técnicos más de grandes de los más grandes.
Pero no mucho más. Luego del amague que hicieron los
jugadores en el primer tiempo de jugar un gran partido de fútbol en el segundo
se dejaron ganar por la cantidad de desperfectos que hubo.
El empate no le sirve a ninguno de los dos: Boca superó la
cantidad de partidos sin ganar del 1957 llegando a 11 y sigue hundido últimos
en puestos de la tabla con la cabeza en los octavos de final de la Copa en los que tiene
ventaja sobre Corinthians de cara a la revancha en Brasil en 10 días. Mientras
que River quedó a cuatro puntos de Lanús con la posibilidad de que Newell´s se
le escape a seis si gana mañana. Muy lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario